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El cuarto rey mago

Cuentan que con los tres Reyes Magos viajó un cuarto Mago: se llamaba Artabán. Mientras los tres Reyes compraron oro, incienso y mirra para llevar al Niño Dios, Artabán eligió piedras preciosas: un rubí, esmeraldas y diamantes.

Mientras viajaban, Artabán soñaba con el momento en que entregaría al Niño sus piedras y en ese momento oyó lamentos y gemidos. Bajó de la cabalgadura y buscó hasta encontrar al herido que se lamentaba. Lo curó, lo llevó a una posada y a la hora de marchar, como no tenía dinero, tuvo que entregar el rubí.

Buscó y buscó, pero había perdido las huellas de los otros tres Magos. Y un día, estando sentado junto a un pozo, vio que se acercaba un convoy con esclavos, que serían matados si no había quien los comprara. Aquéllos hombres le gritaron desesperados: “¡Cómpranos, viajero, si nos compra, le serviremos el resto de nuestras vidas”.

Artabán, compadecido, sacó las esmeraldas y los diamantes y los compró. Inmediatamente les dijo: “Sois libres, no me pertenecéis”.

Abatido por el cansancio y las emociones le rindió el sueño y al despertar y ver la estrella que anunciaba que había nacido el Niño-Rey al que él llevaba las joyas como homenaje, lloró lleno de dolor: “No me queda nada que ofrecerle y además cuando llegue será demasiado tarde”. Pero en ese momento oyó una voz misteriosa que le dijo: “No es tarde, Artabán. Quiero que sepas que tus dones han sido los primeros en llegarme y los más agradables”.

REFLEXIÓN: ¿Qué pedirías al Cuarto Rey, un móvil nuevo o  liberar a un joven esclavo? ¿Liberas tú de la tristeza a tus compañeros y familiares o das la espalda y mides el amor con regalos? 

 

 

Jesús: Gracias por esta fábula, tan propia de estos días inmediatos a la Navidad y Reyes. Gracias porque nos recuerdas que los dones que a ti más te agradan son nuestras buenas obras a favor de los demás. Ayúdanos a resistir el consumismo que en Navidad y Reyes han montado el comercio y la publicidad.