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Una isla especial

UNA ISLA ESPECIAL

Érase una vez una isla en la que vivían todos los sentimientos: la Felicidad, la Tristeza… y todos los demás, incluido el Amor.  Cierto día los sentimientos se enteraron que unos minutos después la isla se hundiría, así que todos prepararon inmediatamente sus botes y se embarcaron.  El Amor fue el único que no lo hizo.  Cuando la isla estaba ya a punto de ser tragada por el mar, el Amor decidió pedir ayuda:

-¡Riqueza ¿me puedes llevar contigo?

-No, contestó ésta. Llevo mucho oro y plata y no hay sitio en mi bote.

-Vanidad ¿me puedes llevar contigo?

-Lo siento, Amor. No puedo llevarte porque estás todo mojado y me puedes estropear mi preciosa barca.

La tristeza, la alegría y los otros sentimientos se alejaban y ninguno hizo caso a la petición del Amor. Pero éste escuchó una voz casi apagada que le decía:

-Amor, yo te llevo.

El Amor estaba tan contento que ni siquiera preguntó durante la travesía quién era el que le había salvado la vida. Al  llegar a tierra, le dijo:

-¿Quién eres tú y por qué me has salvado?

-Yo soy el Tiempo, el único capaz de entender el valor infinito que tiene el Amor.

(La gente es buena, p. 23-24)

 

REFLEXIÓN: ¿Qué te hubieras llevado  tú? ¿Habrías recogido a alguien? ¿Qué es el tiempo para ti? ¿Y el Amor?

Padre: el Amor tiene un valor infinito, sí. Como que el Amor eres Tú.  Y Jesús nos dijo: “no hay amor más grande que dar la vida por el amado”. Eso sí que es amor y no lo que vemos con frecuencia en el cine y la televisión.  Pero ese amor de valor infinito no cae del cielo, hay que aprenderlo con mucho sacrificio; hay que practicarlo desde pequeños. Te damos gracias por las personas auténticas  y  pedimos por las que confunden el amor con el egoísmo.