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Cuentan que cierto hombre estaba perdido en el desierto, a punto de morir de sed, cuando llegó a una casita vieja -una cabaña que se desmoronaba- sin ventanas, sin techo, golpeada por el tiempo. El hombre deambuló por allí y encontró una pequeña sombra donde se acomodó, huyendo del calor del sol desértico. Mirando alrededor, vio una bomba de agua a algunos metros de distancia, muy vieja y oxidada.

El se arrastró hasta allí, agarró la manija, y empezó a bombear sin parar. Nada ocurrió. Desanimado, cayó postrado hacia atrás y notó que al lado de la bomba había una botella. La miró, la limpió, removiendo la suciedad y el polvo, y leyó el siguiente mensaje:

– «Primero necesitas preparar la bomba con toda el agua de esta botella, mi amigo»

PD.: «Haz el favor de llenar la botella otra vez antes de partir.»

El hombre arrancó la rosca de la botella y, de hecho, tenía agua. ¡La botella estaba casi llena de agua! De repente, él se vio en un dilema: si bebía el agua podría sobrevivir, pero si echaba el agua en la vieja bomba oxidada, quizá obtuviera agua fresca, bien fría, allí en el fondo del pozo, todo el agua que quisiera, y podría llenar la botella para la próxima persona.

Pero eso podía no salir bien. ¿Qué debía hacer? ¿Volcar el agua en la vieja bomba y esperar el agua fresca y fría? ¿O beber el agua vieja y salvar su vida?

Con temor, el hombre volcó toda el agua en la bomba. Enseguida, agarró la manija y empezó a bombear… y la bomba empezó a chillar.

¡Y nada ocurrió! Y la bomba chilló y chilló.

Entonces surgió un hilito de agua, después más, ¡y finalmente el agua salió con abundancia! La bomba vieja y oxidada hizo salir mucha, pero mucha agua fresca y cristalina. Él llenó la botella y bebió de ella hasta hartarse. La llenó otra vez para el próximo que por allí podría pasar, la enroscó y agregó una pequeña nota en la etiqueta:

– «¡Créeme, funciona! ¡Necesitas dar todo el agua antes de poder obtenerla otra vez!».

REFLEXIÓN: ¿Qué hubieras hecho tú, beber o confiar? ¿Eres de los que no confía en nadie por temor a que te hagan daño? ¿Qué crees que hubiera hecho quien te ha dado la vida? ¿Vale la pena confiar entonces en ellos?

“Lo mejor de la vida consiste en confiar. Confía en Dios y no quedarás defraudado”