
Un león que no podía ya cazar por su extremada vejez, trató de matar a un caballo que pacía en el campo. Para esto fingió ser médico, y se llegó a él preguntándole por su salud. El caballo conociendo el engaño, y la mala intención del león, le respondió con disimulo, que estaba muy malo, pues se le había metido una espina en una pata;
y le dijo:
«Amigo, cuánto me alegro de tu venida, pues creo que los dioses te han traído aquí para darme salud, ve pues la manera de sacarme esta espina, que me molesta mucho». El león fingiendo que sentía su mal, se ofreció a sacársela, pero siempre con la intención de matarle. Púsose el caballo en buena posición para lograr su intento, y al tiempo de ir el león a sacarle la espina, le dio un par de coces en la frente, y se escapó, dejando al león tendido en el suelo. Cobrando después el león el sentido, se levantó, y viéndose en tan mal estado, y que el caballo no aparecía, dijo para si: «Con harta razón sufro esto, pues el caballo justamente me ha devuelto un engaño por otro».
(Esopo)
REFLEXIÓN: ¿Qué sientes cuándo “te traicionan”? ¿Te has parado a pensar que igual tú también has dado una patada? ¿Cuándo mientes, te sientes bien?
¿Cómo podríamos evitar muchos conflictos sin sentido?
Jesús: esta fábula de Esopo nos recuerda que la mentira suele pagarse cara. Nosotros tenemos experiencia de ello: más de una vez nos han cogido en la mentira y ha sido peor que si hubiéramos dicho desde el principio la verdad. Por algo en el Evangelio dice “la verdad os hará libres”. Te pedimos, Señor, por los que son víctimas de las mentiras de los otros.
