
¡ALELUYA!
¡CRISTO HA RESUCITADO!
¡ALELUYA !
Que salga el pregonero a las calles
anunciando la derrota del Mal.
Encendamos la luz: Cristo llega.
Pasen primero, todos los cansados,
a los que les llega al cuello la tristeza,
los que transportan pesos insoportables,
los que cumplen las órdenes del miedo,
los que lloran de sed y no se quejan,
los que viven de bruces en las penas,
los que queman sus pies en la pobreza
y los que no se recuerda si murieron.
Esta noche esperamos al sol sin ocaso,
a la luz sin tinieblas.
Alégrese la creación
con el grito de la luna llena:
que no hay noche que no acabe en día,
ni invierno que no reviente en primavera,
ni muerte que no dé paso a la vida;
ni se pudre una semilla
sin resucitar en cosecha.
Alégrese toda la Iglesia
porque en la historia del mundo
siguen los hombres resucitando,
y abiertos con esperanza al futuro.
Esta es la noche del absoluto vacío
que la Palabra llenó creadora.
Esta es la noche de Abraham
en la que el Cordero libra a Isaac
sobre la cumbre del monte Moria.
Esta es la noche de Egipto
con Moisés de caudillo,
un Pueblo peregrino a la libertad
y los esclavos vencedores del Esbirro.
¡Qué noche maravillosa:
Cristo subiendo del abismo
y la muerte muerta!
¡Qué maravilla de Dios:
entregando al Hijo
salvaste al esclavo!
¡Qué maravilla de amor:
porque hubo pecado
conocimos el perdón!
¿De qué nos sirviera nacer
si la muerte fuera nuestro destino?
Esta es la noche en que cayeron dictaduras.
Esta es la noche en que el avaro renunció a su fortuna.
Esta es la noche que acabó con viejas rupturas
engendradas en guerras antiguas,
y encontró abrazados a hermanos
que riñeron por líos de herencias.
Esta es la noche que sacude conciencias,
quema los ídolos, despierta vocaciones,
engendra esperanzas, convierte en arados las espadas,
saca renacidos de las aguas, alegra a los tristes,
descarga pistolas y derriba opresores.
Esta es la noche
que trae la Buena Noticia a los pobres,
abre los ojos de los ciegos,
libera a los prisioneros
y anuncia el perdón a los pecados.
¡Sea bendito Nuestro Señor
que subiendo a la Cruz
y entrando en la muerte,
venció para siempre
los poderes del mal!
¡Vengan a gozar de la Luz…
la oscuridad quedó vencida…
porque no muere nunca el Amor…!
