
No esperes un ‘aparecido’ caminando por tus calles.
No esperes una visión celeste, tangible, palpable, corpórea, resucitada… porque entonces te perderás las semillas del resucitado.
Te perderás los indicios de su presencia en nuestro mundo.
Te perderás mil destellos que hablan de una luz mayor.
Mil sonidos leves que auguran una sinfonía espléndida.
Te perderás colores que apuntan a un gran cuadro hermoso.
El resucitado en nuestro mundo está vivo, en la acción del Espíritu.
¿Dónde podemos ver sus huellas?
Sin mortaja
Quien diga que Dios ha muerto
que salga a la luz y vea
si el mundo es o no tarea
de un Dios que sigue despierto.
Ya no es su sitio el desierto,
ni en la montaña se esconde;
decid, si os preguntan dónde,
que Dios está sin mortaja
en donde un hombre trabaja
y un corazón le responde.
José Luis Blanco Vega, sj
