Sí, a veces Dios no susurra en el silencio, sino que grita en una melodía.
Cierra los ojos… déjate llevar.
La música que suena puede despertar en ti recuerdos, momentos, personas que te hicieron bien.
Eso también es Dios: está en lo que te sostiene, en lo que te hace volver cuando estás a punto de perderte.
¿Recuerdas una canción que te salvó alguna vez?
¿Una melodía que te hizo sentir vivo, amado, acompañado?
Esa canción puede ser su voz.
Esa emoción que te atraviesa es su presencia.
Pídele a Jesús que te dé fuerza, para que tú seas también melodía, presencia, rescate.
Que a través de ti, otros puedan encontrar el camino de vuelta.
Que tu vida, como una canción, hable de amor.