Hay días de tristeza (se acaban las vacaciones, nos castigan por algo, no se ha cumplido una ilusión…), y otros días son de alegría (un viaje, una excursión, un regalo, unas buenas notas…).
Hace muchos años, Jesús pasó unos días muy malos (persecución, intrigas, pasión y muerte…); pero también unos días muy buenos (con sus amigos, con quienes aceptaban su palabra, y, sobre todo, su resurrección, que era la victoria definitiva…).
Pero, ¡fijaos!, estos días malos y buenos de Jesús no son «cosa pasada». Actualmente, Jesús sigue haciéndose presente entre nosotros, y se alegra cuando aceptamos su palabra y su Resurrección.