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EL PADRE, EL HIJO Y EL BURRO

Buenos días: seguramente ya conoceréis esta sencilla historia que vais a escuchar. Está sacada de El libro de Conde Lucanor, de don Juan Manuel, escrito en 1335. Está dirigido a aquellos que ahora que se acerca el final del curso os sentís poco valorados por vuestro esfuerzo o simplemente criticados por todo lo que hacéis, aunque os empeñéis en hacer bien las cosas. Escuchad y sacad vuestras conclusiones.

 LUCANOR: Es el caso, Patronio, que yo me esfuerzo día y noche en servir a mi pueblo, pero por más que hago, nunca consigo su aprobación. Ya actúe de una manera, ya de la contraria, siempre soy criticado. Esto me trae desde hace unos días inquieto y confundido, pues pienso que no sirvo para gobernar. ¿Qué piensas tú de esto?

PATRONIO: Lo que has dicho, señor, me trae a la memoria lo que sucedió a dos labradores cuando iban en un burro a la feria. He aquí el cuento. Iban una vez dos labradores, padre e hijo, a la feria con un burro. El padre iba montado en el burro, y el hijo a pie. Y sucedió que, pasando por un pueblo…

HOMBRE 1:  ¡Fíjate qué padre desnaturalizado! Su pobre hijo a pie y él tan campante, montado en su jumento.

EL PADRE: Hijo, será mejor que montes tú y vaya yo a pie…

PATRONIO: Pero sucedió que, pasando por otro pueblo…

HOMBRE 2: ¡Qué barbaridad!, ¿Has visto alguna vez tal falta de consideración? ¡El pobre viejo a pie y el joven cabalgando en el burro, tan tranquilo! La verdad es que no sé cómo no le da vergüenza

EL HIJO: Padre, ¿qué te parece si montamos los dos?

EL PADRE: Sí hijo; creo que es una buena idea.

PATRONIO:  Así pues, lo hicieron. Y de este modo montados los dos en el burro, pasaron por otro pueblo y…

HOMBRE 3: A eso le llamo yo tener compasión. ¡Un burro tan flaco y esos dos montados en él, con lo gordos que están! ¡Qué cosas se ven en el mundo!

EL PADRE: ¿Qué te parece si fuéramos los dos a pie?

EL HIJO: Sí, creo que es lo más prudente.

PATRONIO: Desmontaron los dos y pasaron al fin por otro pueblo…

HOMBRE 4:  ¡Fíjate! Ésos dos a pie y el burro detrás, tan campante! En verdad, no se sabe cuál es el más burro de los tres…

EL PADRE: ¿Tú entiendes esto, hijo mío?

EL HIJO: ¡Yo qué he de entender, padre! Sólo nos falta llevar el burro a cuestas, y aun así me parece que no daremos gusto a la gente….

PATRONIO: Este cuento, señor conde Lucanor, le enseñará que lo mejor es que haga las cosas según su conciencia, sin hacer caso de la opinión de los demás.

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Ayúdanos, Señor, a encontrar criterios propios, y a tener la fuerza suficiente para no depender siempre de la opinión de los demás. Amén.