En una pequeña población había un individuo dado fácilmente a sacar defectos a los demás. Un día se fue a confesar con un cura forastero que estaba predicando la Novena del pueblo. El bueno del confesor escuchó pacientemente al penitente, y cuando éste terminó de contarle todos los chismes que había publicado sobre sus vecinos, le dijo: “Como penitencia, coge una gallina viva y recorre el pueblo arrancando lentamente sus plumas, que soltarás al viento. Cuando hayas terminado, vuelve otra vez a mí”.
Mucho le costó al chismoso cumplir la penitencia, pero obedeció. Y cuando retornó al confesor éste le dijo:
“La penitencia no ha concluido. Ahora debes volver a recorrer las calles del pueblo, recoger todas las plumas que has desparramado y colocárselas a la gallina”.
-“Eso es imposible”, contestó el penitente.
-“Pues así es la murmuración –respondió el confesor-: los chismes de tus vecinos que tú has ido propagando llegan a crear situaciones irreparables”.
REFLEXIÓN: ¿Has esparcido plumas alguna vez? ¿Has sufrido los daños de plumas lanzadas contra ti?¿De qué manera podemos mejorar este gallinero que a veces nos rodea entre todos?
Jesús: Qué apropiada es esta parábola para preparar la Cuaresma. Tu palabra nos invita a “hacer penitencia y cambiar de vida”. Ayúdanos a aprovechar este tiempo de Gracia que es la Cuaresma.
Te pedimos por todos los creyentes que estos días empiezan con ilusión este tiempo de conversión

