975-223344 correo@electroni.co

El castillo y el desierto

 

REFLEXIÓN: ¿Te sientes solo en ocasiones? ¿Te dejas llevar por la monotonía? ¿Has buscado alguna vez soluciones a tus problemas y no los encuentras fuera de ti? ¿O buscas en tu interior y encuentras la salida? ¿Qué crees que te va mejor?

 Jesús: ¡Qué bonita es la fábula de hoy!: Tú estás dentro de cada uno de nosotros desde el mismo momento en que decidimos esperarte. Ayúdanos a tomar conciencia de esta maravilla, para llevarte siempre a donde vayamos y darte siempre a aquéllos con quienes nos relacionemos, como lo mejor que podemos tener y dar. Hoy te pedimos por esas personas que no creen en Jesús, tu Hijo, aunque lo buscan con sinceridad. Y por los misioneros y misioneras, laicos, religiosos y sacerdotes, que están en esos lugares de Misión dándole a conocer.

 

Había una vez un castillo rodeado por un vasto desierto. A veces una solitaria caravana se detenía allí. La vida era monótona, sin cambios apenas, hasta que un día el Rey mandó este mensaje: “Estad preparados. Me han informado que Dios va a visitar el país y desea detenerse en vuestro castillo”. Rápidamente el Señor del castillo encargó al vigía permanecer alerta en la atalaya. ¡Nunca le habían encargado una misión tan importante! Pero he aquí que pasaron los días, las semanas, los meses… y Dios no llegaba. Cansado y a punto de desfallecer, se lamentaba. “Ha sido vana mi espera”. Y, en ese momento, oyó una voz que parecía salirle de su propio corazón: “Estoy aquí a tu lado. ¿No me reconoces?”. El vigía, azorado, pero lleno de contento, susurró: ¿Por qué me habéis hecho esperar tanto?”. Dulcemente la voz respondió: “desde el mismo momento en que decidiste esperarme he estado dentro de ti”. Una maravillosa sensación de paz invadió al vigía y sólo pudo balbucear: ¿Así que estabas dentro de mí, y yo te buscaba  fuera? ¡Qué necio he sido!”