
Fue en un grupo de la ESO. Jorge había sido seleccionado para acceder a una prueba nacional. Si el fallo del tribunal era favorable recibiría cuatro mil euros y un viaje al Reino Unido. ¡Todo un premio!
Mientras esperaba el resultado, siguió su vida con normalidad y continuó día a día con el estudio y el esfuerzo para preparar bien su futuro profesional, pues ya estaba acabando la ESO. El pensaba, con mucha razón, que estas cosas había que tomárselas en serio.
Un buen día, al llegar a casa, se encontró una carta. ¿La que tanto esperaba? El corazón le palpitaba de emoción. ¿Sería el premio? Efectivamente, había sido seleccionado por la calidad de su trabajo.
Sus padres no sólo le permitieron el viaje, sino que incluso le animaron. Jorge pensó que julio era el mejor mes para pasar quince días en Inglaterra, conocer el país y perfeccionar el inglés.
Pero faltaba un detalle. Jorge no sólo es un excelente estudiante, tiene también mucha inquietud y un gran corazón. Así que no le pareció raro, sino muy oportuno destinar parte del dinero recibido… y lo envió a la ONG ‘Manos Unidas’ para el proyecto de una granja escuela en Guinea Ecuatorial.
¿Por qué lo hizo?… Pues porque pensó: “¡Que otros también puedan aprender y trabajar!”
REFLEXIÓN. ¿Qué es lo que más nos llama la atención del personaje protagonista? ¿Cuando uno gana algo así siempre es con esfuerzo y dedicación? ¿Te cuesta aceptar eso? Y si te cuesta, ¿no sería una clara señal de pereza y vagancia, por tu parte?
