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DOS HOMBRES FUERON AL TEMPLO A ORAR…

Lucas 18, 10-14 

«Dos hombres fueron al templo a orar. Uno era fariseo, y el otro era un despreciado cobrador de impuestos. El fariseo, de pie, apartado de los demás, hizo la siguiente oración: “Te agradezco, Dios, que no soy como otros: tramposos, pecadores, adúlteros. ¡Para nada soy como ese cobrador de impuestos! Ayuno dos veces a la semana y te doy el diezmo de mis ingresos”. »En cambio, el cobrador de impuestos se quedó a la distancia y ni siquiera se atrevía a levantar la mirada al cielo mientras oraba, sino que golpeó su pecho en señal de dolor mientras decía: “Oh Dios, ten compasión de mí, porque soy un pecador”. Les digo que fue este pecador —y no el fariseo— quien regresó a su casa justificado delante de Dios. Pues los que se exaltan a sí mismos serán humillados, y los que se humillan serán exaltados». 

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  • Las vasijas, al igual que él, no eran inmunes al paso de los años, y también habían ido envejeciendo y deteriorándose con el paso del tiempo. El valor de la imperfección La vasija se quedó pensativa por un momento y, resignada, contestó: – Escucha atentamente, vieja amiga. Cada día, desde que te empezaste a agrietar por el lado derecho de mi hombro, por todo el camino que juntos recorremos, planté unas semillas, que como podrás comprobar no solo me alegran el paseo cada día con los colores y olores que desprenden las plantas, sino que además han dado sus frutos y me permiten a mí y a otros recogerlos y llevar alimentos a nuestras familias. ¿Y gracias a qué? ¿Sabes a qué? Gracias al agua que tú misma has ido derramando por el camino. Debes estar orgullosa de lo que eres.

 

  • El hombre la miró fijamente y le dijo a la vasija:
  • – No, yo solo sé que no sirvo para nada pues no soy capaz de hacer la única función que se supone tengo que hacer. De verdad, pienso que deberías cambiarme por otra.
  • – ¿Tú te has podido fijar en lo que ha pasado desde que te empezaste a agrietar hasta la fecha de hoy? ¿Te has fijado en el camino que juntos hacemos cada día?
  • El hombre se paró, dejó con delicadeza las vasijas en el suelo y le dijo a la vasija agrietada:
  • – No sé si te has dado cuenta de que hace ya un tiempo que tengo grietas y que no sirvo para mucho… Mientras la otra vasija hace largos y largos kilómetros llevando toda la cantidad de agua que le echas yo, sin embargo, pierdo cada día más de la mitad del agua por el camino. Creo que lo mejor para ti sería que me abandonaras y me cambiaras por otra vasija que hiciera la labor que tú te mereces.
  • Una de las vasijas había resultado más castigada con los continuos viajes del hombre y hacía tiempo que se había agrietado, lo que hacía que perdiera cada vez más agua en los trayectos. Cierto día, la vasija agrietada le dijo al hombre:
  • Había una vez… un viejo campesino que cada día andaba largos kilómetros para recoger agua de la fuente más cercana y transportarla a sus allegados. El hombre caminaba cada día portando en sus hombros dos vasijas, apoyadas sobre un palo.

 

  • Oración tipo leída  
  • Jesús,
    Nos enseñaste en una parábola
    como dos personas fueron al templo a rezar.
    Una, se puso en primera fila,
    Y te dio las gracias porque no era como los demás,
    Porque cumplía todo lo prometido,
    Porque daba limosna y ayunaba
    El otro, se sentó en el último asiento,
    Y te pidió perdón por todas las faltas cometidas.
    Y tú nos dijiste que,
    Este segundo era el ejemplo a seguir.
    Ayúdanos a ser humildes.

 

  • Dinámica/ pregunta de compartir
  • ¿Por qué tropezamos con la misma piedra?
  • ¿Cuáles son mis piedras?
  • ¿Como estoy en eso de ser humilde?