Todos los que amáis la vida verdadera, alegraos con ella.

Porque está en lo más profundo de nosotros mismos.

Todos los que os sentís abrumados por el peso de la vida, y sus dificultades, no estáis solos, no estáis solas.

Dios se vuelve en vosotros fortaleza.

Todos los que esperáis justicia, todos los que sufrís por la injusticia,

Sabed que ese anhelo profundo, lo pone Dios en vuestras vidas.

Escuchemos en lo profundo de nosotros mismos, la Palabra del Señor: “Yo haré derivar sobre ellos,
como un torrente en cascada, la justicia”.

Vivamos como una criatura en su regazo.

Porque el Señor, nos consuela en nuestras dificultades.

Porque el Señor, aun en las peores circunstancias, alegra nuestro corazón.

Porque el Señor hace florecer nuestra existencia en el lodo de tantas miserias.