La literatura puede ser un medio profundo de conexión espiritual. Leer es también una forma de oración: un diálogo interior que despierta la fe, la reflexión y el alma
«Hay en mí un vacío atroz, una indiferencia que me hace daño….he intentado descubrir yo mismo, desde el comienzo, de pequeño, lo que estaba bien y lo que estaba mal, ya que nadie a mi alrededor podía decírmelo… Necesito que alguien me señale el camino y me repruebe y me elogie, no en virtud de su poder, sino de su autoridad, necesito a mi padre. Yo creía saberlo, ser dueño de mí, todavía no lo sé». «El primer hombre»,
Albert Camus
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