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Jesús dio su vida

por amor a todos y todas

 

C. Todavía estaba hablando, cuando se presentó Judas, uno de los Doce, y con él gente con espadas y palos, mandada por los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos. El traidor les había dado una contraseña, diciéndoles:
S. —«Al que yo bese, ése es; prendedlo y conducidlo bien sujeto.»
C. Y en cuanto llegó, se acercó y le dijo:
S. —« ¡Maestro!»
C. Y lo besó. Ellos le echaron mano y lo prendieron. Pero uno de los presentes, desenvainando la espada, de un golpe le cortó la oreja al criado del sumo sacerdote. Jesús tomó la palabra y les dijo:
 —« ¿Habéis salido a prenderme con espadas y palos, como a un bandido? A diario os estaba enseñando en el templo, y no me detuvisteis. Pero, que se cumplan las Escrituras.»
C. Y todos lo abandonaron y huyeron. Condujeron a Jesús a casa del sumo sacerdote, y se reunieron todos los sumos sacerdotes y los ancianos y los escribas. Pedro lo fue siguiendo de lejos, hasta el interior del palacio del sumo sacerdote; y se sentó con los criados a la lumbre para calentarse. Los sumos sacerdotes y el Sanedrín en pleno buscaban un testimonio contra Jesús, para condenarlo a muerte; y no lo encontraban. Pues, aunque muchos daban falso testimonio contra él, los testimonios no concordaban. Y algunos, poniéndose en pie, daban testimonio contra él, diciendo:
S. —«Nosotros le hemos oído decir: «Yo destruiré este templo, edificado por hombres, y en tres días construiré otro no edificado por hombres.»»

C. Pero ni en esto concordaban los testimonios. El sumo sacerdote se puso en pie en medio e interrogó a Jesús:
S. —« ¿No tienes nada que responder? ¿Qué son estos cargos que levantan contra ti?»
C. Pero él callaba, sin dar respuesta. El sumo sacerdote lo interrogó de nuevo, preguntándole:
S. —« ¿Eres tú el Mesías, el Hijo de Dios bendito?…»
C. Jesús contestó:
 —«Sí, lo soy. Y veréis que el Hijo del hombre está sentado a la derecha del Todopoderoso y que viene entre las nubes del cielo.»
C. El sumo sacerdote se rasgó las vestiduras, diciendo:
S. —« ¿Qué falta hacen más testigos? Habéis oído la blasfemia. ¿Qué decís?»
C. Y todos lo declararon reo de muerte. Algunos se pusieron a escupirle y, tapándole la cara, lo abofeteaban y le decían:
S. —«Haz de profeta.»
C. Y los criados le daban bofetadas.
Oración: Jesús, no tienes manos. Tienes sólo nuestras manos para construir un mundo donde habite la justicia. Jesús, no tienes pies. Tienes sólo nuestros pies para poner en marcha la libertad y el amor. Jesús, no tienes labios. Tienes nuestros labios para anunciar la Buena Noticia de los pobres. Jesús, no tienes medios. Tienes sólo nuestra acción para lograr que todos los hombres y mujeres sean hermanos. Jesús, danos nuestros talentos para hacer bien todas las cosas.