
EXPLOSIVO DE VIDA

Cierto día un chiquitín estaba rodeado de mozalbetes explicándoles algo que los tenía asombrados. Me resultó tan extraña la escena que tuve una curiosidad grande. Pude acercarme al corro y escuchar. En aquel preciso instante el pequeño les estaba diciendo que en el mundo había un explosivo que en lugar de producir muertes, producía vida. Los ojos de aquellos mozalbetes reflejaban incredulidad.
Yo estaba ya para marcharme, cuando el pequeñín continuó: “Todo lo que nace, nace con un explosivo dentro: es él quien hace crecer las flores, los animales, las personas… Pero hay muchos interesados en que ese explosivo no salga a la luz y lo ocultan de mil maneras…”.
Los ojos vivarachos del chico se encendieron y su voz tomó una energía que no era propia de su cuerpo.
Continuó: “Hace mucho, mucho tiempo, vino un hombre que nos enseñó cómo hacer explotar ese explosivo de vida que llevamos todos dentro. Pero algunos nos empeñamos en explotar sólo los otros explosivos de muerte…”.
Yo estoy seguro que todos los oyentes reconocimos el nombre de ese explosivo de vida y todos también sentimos unas ganas locas de que nadie ni nada nos impidiera explosionarlo. Lo que no sé es si todos los que le escuchamos supimos quién era ese enigmático pequeñín, de pelo rubio y ojos vivarachos.

REFLEXIÓN: ¿Qué explosivo de los que tienes dentro de ti te gustaría compartir? ¿Qué explosivos recibes cada día de los que te rodean? ¿Eres de los que explotan o de los que lo ocultan?
Jesús: Ese pequeñín de pelo rubio y ojos vivarachos eres tú. Y ese “explosivo de vida” es tu Mensaje, que cuando se toma en serio produce vida, no sólo para el creyente, sino para todos con los que entran en contacto con un verdadero creyente.
