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SEMANA DE CALASANZ.

Recordamos nuestras raíces y miramos al futuro.

En una  semana calasancia, oí contar esta parábola: El Reino de los cielos es semejante a dos hermanos que vivían felices y contentos, hasta que recibieron la llamada de Dios a hacerse sus discípulos.

El de más edad respondió con generosidad a la llamada, aunque tuvo que ver cómo se desgarraba su corazón al separarse de su familia y de la muchacha a la que amaba y con la que había soñado casarse. Marchó a un país pobre, donde gastó su vida al servicio de los más pobres de entre los pobres. Se desató allá una persecución, fue detenido, falsamente acusado y condenado a muerte. El Señor le dijo: “Bien, siervo fiel y cumplidor, entra en el gozo de tu Señor”.

La respuesta del otro fue mucho menos generosa: ignoró la llamada, se casó, disfrutó de riquezas… y de vez en cuando enviaba una pequeña limosna a su hermano, el misionero. Cuando murió, rodeado de cariño y dinero, oyó las mismas palabras que su hermano: “Bien, siervo fiel y cumplidor, entra en el gozo de tu Señor”.

El hermano mayor se sorprendió de que el más joven recibiera la misma recompensa, pero le agradó sobremanera y dijo: “Señor, aun sabiendo esto, si yo tuviera que nacer de nuevo volvería a hacer exactamente lo mismo que he hecho por los pobres y por ti”.

Jesús: La parábola de hoy es doblemente sorprendente. Sí. Sorprendente porque nos dice que tú nos amas independientemente de cuál sea nuestra respuesta a tu llamada. Y sorprendente también porque tú eres capaz de hacer decir a quien se pone al servicio de los últimos: “si volviera a nacer de nuevo, volvería a hacer lo que he hecho por los pobres y por ti”.

Te pedimos esta mañana por los Escolapios, que han seguido tu llamada al sacerdocio y la vida religiosa; y por nuestros educadores que, desde el matrimonio, también quieren ser discípulos tuyos.

 

Dios te salve, María,…