Nos habían dicho que la Historia la hacían los reyes y guerreros. La Historia la hace la sangre, la muerte, la tortura. La Historia la hacen
los que abren espacios de vida con su vida.
La Historia la haces Tú
que alientas el aliento de esos hombres
y les enseñas a perder la vida
para que haya vida,
para que no haya cadáveres ambulantes
de explotación, de tiranía y de muerte.
La Historia la hacen tus hombres y mujeres.
No importa que no te reconozcan
si siguen las señales
de sangre del camino de la cruz.
Tus hombres y mujeres no son
los que llevan encima tu nombre,
sino las manchas de sangre del Nazareno.
Por ellos y ellas vivimos hoy,
respiramos aire y no gases.
Por ellos y ellas y por nosotros,
que seguiremos sus huellas,
respirarán nuestros hijos un aire más puro
y alcanzarán con nosotros
la tierra de los vivos
donde sólo viven los que han dado la vida.
