975-223344 correo@electroni.co

El pobre Lázaro

Hoy vamos a recordar el pasaje evangélico de la preciosa parábola del rico y del mendigo que recoge el San Lucas (Lc. 16, 19-31).

Es un poco larga, por eso no te la voy a contar, pero sí te diré que no debe de ser fácil vivir al lado de un mendigo siendo tú bastante rico.

El pecado del rico de la parábola consiste en que tiene a un pobre mendigo junto a su palacio, pero no ve sus llagas, no siente su hambre, no traspasa esa “puerta” que le separa del pobre, no se acerca a levantarlo de su miseria, sigue tranquilo “celebrando espléndidamente fiestas”

Tal vez nosotros nos podemos asemejar al hombre rico. Nuestros países, tal vez nosotros mismos, vivimos en el estado del bienestar, con el corazón endurecido, indiferentes al hambre y a la miseria de los pobres de la Tierra, sin escuchar su sufrimiento, disfrutando espléndidamente de nuestro bienestar.

Nosotros somos el gran obstáculo para construir un mundo más justo y más humano.

No hace falta, por otra parte, irse a otro continente para constatar esta realidad de pobreza, de miseria. No hace falta marcharse a los países del Tercer Mundo para palpar las necesidades de los demás. Basta con quedarse en tu país, en tu ciudad, en tu barrio, tal vez en tu propia casa de vecinos para que puedas abrir los ojos y contemplar que hay muchos pobres a tu alrededor y más que habrá si la crisis no termina pronto.

Abramos las puertas a esta realidad que nos toca vivir y no las cerremos a tantas personas que necesitan nuestra ayuda porque, en realidad, somos RICOS.