
Buenos días. ¿Cómo estás? ¿Te resulta fácil o difícil convivir con los demás. Todos sabemos que somos diferentes, y que la convivencia, a veces, no es fácil. Muchas veces tenemos que ceder un poco para que las cosas salgan adelante. Esto mismo les pasó a los erizos de la historia. Escucha, escucha:
Cuentan que durante la era glacial, cuando muchos animales morían de frío, los erizos se dieron cuenta de la situación y decidieron juntarse en grupo. De este modo se darían calor y protección mutua.
Pero sucedió que las espinas que tenía cada uno se clavaban en los compañeros más cercanos, por eso decidieron apartarse unos de otros.
Tras la separación, algunos empezaron a morir congelados.
Así pues, debían tomar una decisión: o aceptaban las espinas de los demás o desaparecerían de la faz de la Tierra.
Con gran sabiduría decidieron volverse a juntar. Así aprendieron a convivir con las pequeñas heridas que una relación muy próxima podría causarles, ya que lo más importante era el calor del prójimo. Y, al final, sobrevivieron.
Ser solidario de verdad no es fácil porque eso conlleva incomodidades, pequeños pinchazos de tu prójimo, del cercano y del que se encuentra un poco más lejos… pero que tiene dificultades, peligro de muerte por hambre o frío o incultura…
Para terminar, reza conmigo:
Querido amigo Jesús,
necesito crecer y dar más amor a los demás.
Sé que tengo muchas cosas buenas para dar.
Enséñame a ofrecerlas a los demás.
Que ayude en mi casa, que colabore en el colegio,
que de una mano a mis amigos,
que ayude siempre y en todas partes.
Porque el amor es lo más grande que hay, Señor,
y un corazón lleno de amor
tú lo tienes muy en cuenta.
Quiero vivir como tú, amando a los demás. Amén.
