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SER POSITIVO

Había una vez un pájaro de brillante plumaje y fuertes alas, que se pasaba los días volando sobre las copas de los árboles encantado de su libertad. Cierto día cayó en un pozo fuera de uso. El pozo era tenebroso y profundo, pero estaba seco y el pájaro quedó ileso. No se le ocurrió otra cosa que lamentarse: “Voy a morir aquí abajo, ¡qué desgracia la mía!, ¿qué he hecho yo para merecer tal suerte?”  Se sintió más cómodo echando la culpa de su desgracia a otros: “La culpa no es mía, sino del estúpido que cavó este pozo; alguien debería haberlo tapado; ¿por qué no me avisó nadie del peligro de volar tan bajo cerca de un pozo?”. Luego comenzó a gritar pidiendo a los transeúntes que le sacaran del pozo. Pero la gente que lo oía le miraba con desprecio y le decía: “Tienes alas, ¿por qué no intentas ayudarte a ti mismo?”. Mientras más oía estas respuestas, más se acurrucaba en el fondo quejándose y lamentándose de su suerte. Y así cada vez fue pensando menos en la posibilidad de escapar, sus alas se ajaron, fue conformándose con su situación y, por no intentarlo, vivió el resto de su vida atrapado e infeliz en el fondo del pozo, añorando las copas de los verdes árboles que antes sobrevolaba en libertad.

Señor Jesús: Algunos de nosotros somos como el pájaro tontorrón, que, en lugar de usar sus potentes alas para salir del pozo, se lamentaba de su desgracia y echaba la culpa a los otros. ¡Cuántas veces, después de no haber estudiado suficientemente, echamos la culpa al profesor o al compañero que no nos prestó sus apuntes!. Ayúdanos a cambiar. Te pedimos por los que no ejercitan su voluntad y cuando les llega un problema serio no son capaces de salir de él.