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ZORRO

Esopo escribió esta fábula, en la que cuenta que, habiendo perdido un zorro su hermosa cola en una trampa de cazador, se moría de vergüenza. Y piensa que te piensa, discurrió que, si lograba reducir al mismo estado a todos los demás zorros, su defecto quedaría disimulado; vamos, eso que dice la gente: “mal de muchos, consuelo de tontos”. Nuestro zorro, que tenía grandes cualidades oratorias, pensó en convencer a todos sus hermanos. Y, efectivamente, reuniéndolos, los exhortaba a cortarse la cola, argumentándoles que resultaba fea, pesada y molesta. Ya creía tener a todos convencidos, cuando uno de los presentes más jóvenes levantó la voz y dijo: “¡Quita de ahí, zorro listo!. Si no te conviniera a ti, que has perdido tu cola, no nos aconsejarías esto”. El mismo Esopo termina con la siguiente moraleja: “Esta fábula le cuadra bien a quienes dan consejos al prójimo, pero no por altruismo, sino por propia conveniencia”.

Señor Jesús: Hay muchos, en el mundo de la política y en el de la publicidad, que dan consejos a los demás, no por altruismo, sino por propia conveniencia. Ayúdanos a distinguir entre los políticos honrados y los aprovechados, entre los partidos serios y los que no lo son. Y enséñanos a no manipular a nadie. Te pedimos por los médicos y abogados, que pueden hacer tanto bien con sus consejos honrados; y por todos los manipuladores, que sólo buscan su propio beneficio.