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MARTES

Un hombre que se sentía orgullosísimo del césped de su jardín, se encontró un buen día con que, en dicho césped, crecía una gran cantidad de «dientes de león» Y aunque trató por todos los medios de librarse de ellos, no pudo impedir, que se convirtieran en una auténtica plaga

Al fin escribió al ministro de Agricultura, refiriendo todos los intentos que había hecho, y concluía la carta preguntando.

¿Qué puedo hacer?

Al poco tiempo llegó la respuesta:

“Le sugerimos que aprenda a amarlos”.

(Anthony de Mello)

 

¿Cómo podríamos ser humildes y aceptar lo que «no vemos bien» en los otros?

¿Sabemos apreciar lo bueno de los demás lo bueno de los demás?