La historia nos dice que hubo un famoso pintor de una ciudad que invitó a las autoridades, periodistas, fotógrafos y mucha gente para hacer la presentación de un cuadro que había terminado. Llegado el momento, se retiró el paño que cubría el cuadro. Hubo grandes aplausos y gestos de admiración.
Era una impresionante figura de Jesús tocando suavemente la puerta de una casa. Jesús parecía vivo. Con el oído junto a la puerta parecía querer oír si dentro de la casa alguien le respondía.
Todos alababan aquella preciosa obra de arte. Un señor muy curioso apreció un fallo en el cuadro. La puerta no tenía cerradura. Y preguntó al artista:
“¡La puerta no tiene cerradura! ¿Qué hacer para abrirla?”
El pintor tomó una Biblia y pidió a aquel señor que leyera…Las palabras del Libro Sagrado decían así:
“Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno me escucha y abre, yo entraré”
-Así es– respondió el pintor.- Ésta es la puerta del corazón. Sólo se abre por dentro”