Dije al almendro: ¡Háblarne de Dios!,
y el almendro floreció.
Dije al pobre: ¡Háblame de Dios!,
y el pobre me ofreció su capa.
Dije al amigo: ¡Háblame de Dios!,
y el amigo me enseñó a amar.
Dije a la madre: ¡Háblame de Dios!,
y la madre me dio un beso en la frente.
Dije al enemigo: ¡Háblame de Dios!
y el enemigo me tendió la mano.
La cuaresma es un tiempo que los cristianos debemos vivir con especial intensidad, porque Dios nos llama a ser mejores. ¿No oyes su llamada? Hay muchos signos en nuestro alrededor que nos hablan de Dios.