975-223344 correo@electroni.co

MARTES

Había una vez un pastor que tenía cien ovejas. Por la mañana salía hacia el monte con su rebaño. Todas las ovejas estaban sanas y fuertes. Todas menos una, la que nació enferma, con una pata más corta que las otras. La oveja que siempre iba atrás, cojeando. Las demás la despreciaban, ni Jugaban ni comían con ella. Siempre iba sola aquella oveja.

Sucedió que un día comenzó a llover, el pastor echó a correr y las ovejas detrás de regreso al redil. La oveja enferma trataba de correr tras ellas, pero no podía alcanzarlas. El rebaño y el pastor se adelantaron en un recodo del camino y la oveja

enferma se perdió. La oveja perdida sintió miedo, echó a correr hasta que sin fuerzas cayó sobre el barro.

Entre tanto el pastor contaba a las ovejas:… 96, 97, 98, 99…  ¡99 solamente! Volvió a contar. Faltaba una, seguro que era la enferma. Sus vecinos le dijeron: “No te preocupes. Es una oveja que no sirve para nada. Olvídala». Pero al pastor no le

importaba la lluvia, ni el frío de la noche, ni el cansancio… Sólo su oveja que estaba en peligro. Tenía que encontrarla antes de que fuera demasiado tarde.

Se echó al monte y al cabo de unas horas la encontró hundida en el barro. La cubrió con su manto, se la echó al hombro y volvió a casa lleno de felicidad por haber encontrado a la oveja perdida.

Y Jesús terminó diciendo- »El pastor es Dios que hace eso por nosotros y mucho más”.​