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JUEVES

​Un día, las estrellas celebraron una reunión. Cada una sacó a relucir sus méritos en la creación y en el ser humano. La estrella polar demostró cómo ayudaba a los marineros a orientarse. El sol describió el calor, la luz y la vida que gracias él tenían los humanos. Otra estrella poco conocida reveló que fue ella la que ayudó a Einstein a confirmar una teoría científica durante un eclipse. Otras estrellas mencionaron también sus méritos y rivalizaban entre ellas por la fama y el esplendor.

Sólo una pequeña estrella permanecía callada. No se le ocurría nada. Cuando le llegó el turno de hablar dijo que ella no había hecho nada especial por el Universo y por el ser humano. Ni siquiera había sido aún descubierta por los hombres. Las demás estrellas se rieron de ella y la tacharon de inútil.

La pequeña estrella escuchaba y, mientras hablaban, se le ocurrió algo. Y dijo: “¡Quién sabe!, a lo mejor yo también estoy contribuyendo, a mi manera al progreso y el bienestar del mundo…”.

Las otras estrellas se habían callado mientras hablaba; la pequeña estrellita añadió: “No es que yo quiera ser la mejor. Vosotras tenéis mucho mérito con lo que habéis hecho por los hombres y mujeres de la tierra, pero creo que yo también les estoy prestando un servicio importante, que sepan que aún les queda algo por descubrir”.