Un joven acudió cierto día a la celda de un monje ermitaño que vivía solo en las montañas y tenía mucha fama de sabio. Le preguntó qué hacía para no aburrirse estando tan solo en aquellas montañas y para que todos los días no parecieran iguales. Esta fue la respuesta del monje: «Mira en tu interior, cierra los ojos, observa todo lo que tengas que hacer hoy y las personas con quien te vayas a relacionar. Piensa en todo ello con amor. Porque el aburrimiento no está en que cada día hagamos lo mismo, sino en cómo lo hacemos. Si estás alegre o entusiasmado por dentro, con un poco de imaginación, todo lo “viejo”, será para ti nuevo cada día».

• ¿Te sientes cansado esta mañana?¿Qué podríais hacer para ver las cosas de diferente manera, con más color?
• ¿Y para tratar de diferente manera a las personas con las que te relacionas a diario y a los que dices “tienes muy vistos”…?

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