Ayer hablábamos de los voluntarios que teníamos a nuestro alrededor. Resulta que hace muchos siglos vivió un voluntario llamado Jesús. A Él no le pagaban por decir a las personas de que manera se encontraba la felicidad o cómo podían ser mejores.
En cierta ocasión fue Jesús a ver a unos amigos que tenía en un pueblo, llamado Betania.
Cuando llegó, le salieron a recibir dos de sus amigas, Marta y María, que eran hermanas. María era muy simpática y cariñosa, y Marta muy trabajadora y hacendosa.
Cuando llegó a su casa, Marta se puso en seguida a ordenarlo todo:
“Perdona, Jesús, está todo hecho un desastre, espera que barro el suelo, limpio el polvo, ordeno la cocina, friego los cacharros, te traigo unas aceitunas… “
Andaba como loca por toda la casa. María, en cambio, se sentó con Jesús a charlar, a preguntarle por su misión, a contarle cómo estaban todos… ¿Qué os parece? Bien todo, ¿no?…
Entonces Marta se enfadó un poco y fue a quejarse:
Jesús, dile a María que me ayude, que lo estoy haciendo yo todo”.
¿Qué creeis que contestó Jesús?…
Marta, Marta, deja en paz la escoba y las aceitunas, y ven a sentarte con nosotros. ¡Si todo eso no me importa! Lo importante entre amigos es… (podemos contestar entre todos).
Ya ves lo importante que es saber escuchar de verdad a los amigos, y estar dispuesto a gastar tiempo con ellos cuando quieren contarte algo.
Adaptado de Lc 10
A ver si aprendemos nosotros también a escuchar y a ser buenos amigos