A veces surgen enfados entre nosotros o en nuestra casa y con nuestra familia.
Si queremos educarnos para la paz, tenemos que pensar que es mucho más lo que nos une que aquello que nos separa. Tenemos que pensar que nunca hay razón suficiente para mirar al «otro» como alguien a quien hay que quitar de nuestro camino.
Sabemos que hay paz entre nosotros cuando hacemos todas las cosas con justicia,
y cuando no somos egoístas y pensamos en los demás.
Por eso, en este tercer día de la Semana de la Paz, le pedimos a Dios
Señor, enséñanos a ser generosos:
haz que no busquemos tanto
ser comprendidos, sino comprender;
ser consolados, sino consolar;
ser amados, sino amar.
AMÉN.